16 de abril de 2006

MOCHILA HUMANA
Con sietemil gramos de peso, Oliver cumplió su tercer mes de vida exterior realizando múltiples actividades sociales; ya presentándose y animando al personal, ya saliendo a pasear con su mochila móvil de tracción a sangre paternal. En este caso, Marta lo exhibe mientras él simplemente reflexiona y se somete a sus asuntos sin prestar atención al objetivo que lo inmortaliza. Por cierto, la mochila fué un regalo de los popinos, cosa que menciono porque recuerdo sus vehementes consejos para el uso y disfrute de la misma y que en sabia praxis supimos comprobar. Gracias amigos! Me desharía en miles de halagos, pero mi naturaleza se resiste y corcovea como un indómito potro, o como un gato a quien se pretende esquilar con una pinza de cejas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Gran cosa la mochila! Es el invento más maravilloso de la modernidad -junto con internet, bah-. En nuestro caso, recuerdo haberla utilizado poco con Julián -que ya cumplió 6 años- y hasta el hartazgo con Lucio -2 años-. Y "hasta el hartazgo" fue, nomás, porque el pobre niño ya no entraba en su mochila y, además, prefería caminar. Como solución útil para el paseo, los mandados cotidianos y demás, es insuperable.
De más está decir que los Popinos tuvieron mucha, pero mucha razón.
Abrazos,
El Tío Raúl