9 de febrero de 2006

LA ELOCUENCIA DE LA IMAGEN

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me agrada ver que el Papi ya ha aceptado el lugar al que la vida nos condena como pago a las maravillas de la paternidad: mirar desde afuera un romance eterno entre madre e hijo -diga lo que diga el viejo Freud y su larga lista de acólitos-. Con la hidalguía que ha caracterizado siempre a Victor, se limita a buscar la buena escena y compartirla, soportando sin quejas y con hombría su nuevo estado de "ah, estabas por aquí"...

Anónimo dijo...

¡¡Ummm!! Por aquí huele bien, debo de estar cerca de la central lechera...

Anónimo dijo...

la termura total existe y siempre existirá mientras haya personas como marta y oliver