Si una araña de verdad llegara a la casa y viera la que tenemos montada, pondría el grito en el cielo. Bueno, las arañas son mudas; quizás pondría el hilo en el cielo y nosotros, avergonzados, quitaríamos el atrezzo de la fiesta. Bueno, la verdad es que probablemente la araña moriría bajo alguna zapatilla implacable y eso contribuiría aún más al clima de muerte y desolación que creamos para festejar halloween, una fiesta que por pagana y descontextualizada merece mi aprobación desde el punto de vista infantil; y mi repulsa como introducción de una costumbre americana. Dicho esto, y sin tener ganas de entrar en detalles sobre el festejo en sí mismo (lo dejaré para mañana) les adjunto este largo reportaje fotográfico donde accederéis de primera mano u ojo a este asunto tan ansiado por nuestro pequeño.
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