22 de agosto de 2010

Tarde de piscina

Ayer vino Claudia a pasar la tarde con Oliver. El sol descascaraba las paredes y una brisa suave salía de las fauces de un enorme dragón invisible que volvía al ambiente en una mezcla de sauna seco con ciudad de almas desesperadas. En la piscina, en cambio, la temperatura invitaba a inmersiones totales o parciales, ya con churros, ya con manguitos, pero ya. Yo soy un hombre de aguas cálidas y evito la piscina como a las pulgas. Con todo, los niños se arrojaron una y otra vez en su interior y de ello, quede esta foto que hizo Marta como veraz testimonio. Hecha esta introducción llena de pretenciones literarias, continúo por el borde del relato diciendo que hubo juegos y carreras; Claudia fué pretendida por varios niños y finalmente, cuando el sol se tomaba el tren a Portugal, nos marchamos a cenar a FresCo con los padres de la visitante, a quienes hicimos feliz entrega entre trozos de pizza, pollo, peces, ensaladas y otros platos del buffet froid. En fin..., debería estar prohibido escribir estas tonterías. Cierto es que extendimos la noche hasta que se hizo el día después, y que Alvaro y Amaya insistieron en invitarnos a cenar; su reciente 2º paternidad vuelve en gratitud exagerada cualquier minuto ganado a la tranquilidad de tener unas horas a Claudia pasándolo bien, mientras ellos recuperan fuerzas en fuga. Gracias, la próxima invitaremos nosotros.
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1 comentario:

Álvaro Varona dijo...

Víctor tus crónicas hacen que nunca podamos emular algo parecido para nuestros hijos...pareceremos aficionados :)