15 de julio de 2010

Mi Mayte (la profe)

Anoche vino a cenar y jugar la ex maestra de Oliver en la escuela. Le llamo ex, porque a pesar de nuestras protestas, se va a otros destinos no oliverianos. No es que quiera irse; sucede que las cosas con las maestras interinas son así. Golondrinas de un curso, y algunas como ella: su hermana mayor más buena del mundo; su media mamá; su profe, su Mayte. Son cosas de la vida, que es verdad que son estaciones y estamos todos de paso pero perderla por pura burocracia es matar la magia con sellos de goma y tinta. Aquí quede otra estéril protesta.
Y entonces vino a casa a ver a su Oliver, que estaba emocionado y como loco por ser el mejor anfitrión. Le dejó charlar con nosotros, pero también la secuestró a su habitación donde nuestra presencia estaba vedada. Zona de niños. Oliver y su Mayte.
Yo, que no llegué a conocerla ni la centésima parte del tiempo que hubiera querido que pase junto a Oliver; vi con alegría y tristeza que ella forma parte de sus amores. No hace falta que explique la alegría, y es obvia la razón de la tristeza.
Oliver quería homenajearla y mostrarle sus avances, (dibujos, palabras) y a la vez reclamarle oficialmente el trono de sus preferencias. En un momento dado, con la insolencia del ego a flor de piel, se pegó a ella y mirándole a los ojos le preguntó sin más: ¿Quién es el niño más guapo de la clase? Y Mayte, que ya no es su maestra, ni estaba obligada a la ecuanimidad de la docencia, se lo dijo. Y el sonrió con satisfacción y algo parecido a lo que saldría de una batidora si metiéramos amor y autocomplacencia.
Antes de que se fuera, le regaló su bien más preciado; aquello que reserva para los elegidos: se vistió de Michael Jackson y le hizo una actuación. Thriller y Billie Jean. (hay parte de eso en video, ya se subirá...)
Y así fue, más o menos, como Mayte pasó de ser la profe de la escuela a ser nuestra Mayte; esa amiga e imborrable recuerdo de los primeros afectos escolares del protagonista de estas páginas de luces y palabras.
Te echaremos de menos en la escuela Mayte; no tanto en nuestras vidas, que estás por el barrio de nuestros pensamientos y futuros planes de encuentros. Pero si en la puerta del cada día; que lleves tu alegría con alegría adonde te toque enseñar. Maestra!

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