25 de diciembre de 2009

adorando al muñeco niño


Oliver, como muchos niños y adultos, tiene algunos momentos excéntricos que pueden deberse ya a desconexiones temporales de su parte racional del cerebro, ya a alguna clase de posesión espiritual anómala. Anoche, sin ir mas lejos, insistió en llevarse el pábilo incendiario que muchos llaman vela a una habitación donde quería estar a solas y con su muñeco. Una inquietante imagen, sin duda; el velatorio ya místico, ya demencial del inanimado homúnculo plástico a la luz de una peligrosa vela. Era imposible atender a su petición de soledad, ya que un flequillo ardiendo es una preocupación mas que comprensible para el hijo de alguien que, como yo, ha jugado de infante a las más inquietantes y peligrosas actividades ígneas. No por tener ya 42 años y pocas cicatrices de aquellos juegos, recomiendo que otros padres dejen a sus hijos en una habitación cerrada con una vela y un muñeco de plástico; siendo éste último sustituible por cualquier cosa a la hora de dejar a un niño en la soledad de una pieza, pero nunca la primera, a menos que esté apagada y el infante no cuente con cerillas o encendedores. Finalmente, no podremos saber nunca que quería hacer a solas con el muñeco y la vela, porque se negó en redondo a proporcionar sus planes o propósitos, a la vez que soltaba tacos e impertinencias que no fueron punidas.
Posted by Picasa

No hay comentarios: