27 de septiembre de 2009

La ranita

 

Evidentemente era época de eclosión de ranas en las presillas de lozoya, donde la rima fácil y procaz anima a decir que había muchas ranas y que sin mucha dificultad podían ser capturadas para su observación o martirio, dependiendo de la clase de niño que las hubiera interceptado. En nuestro caso, la rana fue rápidamente provista de una casita con agua, piedra y algas dentro de un tupper especialmente acondicionado a tal fin. Esto no evitó empero, para su desmayo y pavor, que los tres primos se la pasaran constantemente de mano en mano hasta lograr el preinfarto de suyocardio al pequeño pero resistente batracio de agua dulce. Digo resistente, porque logró sobrevivir a la tarde de "atenciones especiales" y ser soltada en su zona de residencia habitual. No puedo decir lo mismo de otro de los animalitos que al parecer por no estar convenientemente adaptado para la vida fuera del agua, pereció o quedó seriamente dañado, sin dar muestras evidentes de vida que nos hicieran pensar que fuera a cumpleir su ciclo de renacuajo a rana.
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