El parque de capricho está a unos pocos centenares de metros de nuestra casa. Con todo, no es un sitio muy frecuentado dado su alto número de normas inexplicables como no poder entrar con bebidas o alimentos, no poder pasearse desnudo o vestido con plumas, no se puede visitar el laberinto ni ningún edificio de los que ahí hay; no se puede matar vencejos ni ahorcar a las ardillas. etc. No planteo que hubiera que hacer todas estas cosas, pero si al menos pudiera visitar el búnker de la guerra civil o disfrazarme de pollo gigante, creedme que tampoco lo haría. Bueno, tras llenar de frases inexplicables esta entrada, seguiré tratando de solucionar el problema de vínculos que tengo entre las fotos y el blog; lo que hace que mis relatos sean forzados y cansinos.
Por razones ajenas a mi entender, los enlaces directos de mi album de Picassa y el servicio de blogger están en alguna clase de conflicto que yo pago en lentitud para mis publicaciones. Así, perimero debo subir a la nube ciega una foto y luego enlazarla; cosas para unos inexplicables y para otros indiferentes pero creedme, la facilidad es la madre de este blog.Aquí una de las ardillas. Por supuesto que no la alimentamos ni intentamos ahorcarla, aunque Marta se acercó lo suficiente como para hacerle esta foto.