Hoy se cumple una semana de su nacimiento. Camila, como se ve en esta foto, pasa la mayoría del tiempo durmiendo o pensando en sus cosas de BB. Cuando despierta, suele demandar la teta materna haciendo unos curiosos sonidos similares a los que emiten los gatos cuando son pequeños. No llega a maullar, pero lanza esos gorgoritos felinos que tan simpáticos son a los oídos de un padre que no recibe con alegría ni llantos ni corridas infantiles. Es, seré sincero, lo que algunos llaman santa sin que ello signifique que yo crea en su santidad o la de nadie.
Oliver, por su parte, ya ha mostrado algunos celos. Anteanoche, tras intentar molestar a su hermanita que dormía en el sofá me confesó: "Estoy malhumorado, necesito luchar". Siempre se agradece una autoconsciencia tan clara en alguien tan pequeño. Es natural que esté nervioso y acostumbrándose a compartir a su adorada mamá. Así que, tras despejar el sofá nos dimos a una lucha de forcejeos y almohadones que se saldó con el cansancio y descargas necesarias para hacer una buena noche sin sobresaltos.
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