Este miércoles pasado, vino Ismael a pasar parte del día en casa. Desde las nueve de la mañana hasta las seis. Se portaron bien; desarmaron toda la habitación de Oliver, comieron, vieron una peli, cantaron, jugaron con el esqueleto y, finalmente se enfrentaron en desigual lucha con monstruo-papá, que se supone, era yo. Por la tarde, mientras Marta dormía una siesta nos fuimos al parque, tras previo paso a por dos helados. Ya habrá otros encuentros; la escuela se acerca...
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