Para que el priquito me dejara sacarle esta foto, tuve que sobornarlo con un colín o pico de cereales que luce en su feliz estructura córnea de temible contextura... Porque confesaré que era muy pequeño el colín y muy grande ese pico que se acercaba a mis dedos. Pero la verdad es que fue tan suave para cogerlo que me sorprendió. Un caballero de brillantes colores, sin duda.
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