Sí, lo sé. Es tan cierto como la historia del hombre que éste (yo) tiende a decaer en sus fuerzas y ánimos según el tiempo pasa y por ello es natural que este blog haya caído en un injusto olvido que, por suerte, no se condice con la vida real. Porque si bien es cierto que poco he registrado aquí de nuestras vidas en el último año; también lo es que seguimos realizando acciones sencillas y complejas que, por no estar aquí registradas no son menos ciertas. Dicho esto, y sabedor de la escasa repercusión actual de mis palabras (Oliver y Camila no suelen leer su propio blog) aprovecho para mandarles un beso a esos dos queridos hijos que tengo en España. No es que tenga otros en otros países, pero me pareció divertido sembrar la duda. Y ahora, sin más preámbulos, os dejo este enlace para disfrutar de los sucesos acaecidos hace unas horas cuando el alcohol y la jolgloria hizo que cayésemos en algunas actividades algo penosas pero muy divertidas...
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