Camila, como buena parte de la población infantil de su edad, se plantea la posibilidad de abandonar sus habituales traslados con base en gateos y arrastramientos y giros sobre el trasero, por aquel que sus mayores utilizan y llaman caminar. Es así que no elude ninguna invitación a levantarse y echar los pasos, si es que cuenta, claro, con la ayuda de otro humano; y ahí pasa, los brazos en alto y la sonrisa fácil; los pasos de ganso, las ganas de ser como los demás.
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