Ayer vino Ismael a jugar a casa. Oliver me había pedido que le invitemos y entre sus ocurrencias disparatadas afirmó: Quiero que venga Ismael a jugar y que se quede hasta que diga: Jooo, echo de menos a mi mamá! Pasaron una tarde memorable con los cochecitos y los desórdenes terribles que infligieron a toda la habitación. Acabaron escondidos bajo la cama mientras yo les atacaba con una espada de colores fingiendo ser el monstruo que les iba a comer. Cada tanto, Oliver le poreguntaba a Isma: Qué, ya echas de menos a tu mamá?
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