Esta tarde Oliver se colocó a su hermana sobre él, y cubierto de esa capa de indolencia adoratriz de la ventilación de techo llamada Camila, comenzó a contarle historias y a estirarle los miembros sin que cualquiera de esas cosas quitaran de su abstracción al pequeño ser que aupaba. La niña sigue mirando con obsesiva obstinación al objeto de cuatro aspas que bien puede ser su dios; o su consejero espiritual. La ausencia de un lenguaje común hace imposible interrogarla sobre este tema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario