En cuanto acabó el partido, bajamos a festejar a la calle. Miren al español! Oliver corría de un lado a otro gritando: yo soy español, español, español! A duras penas logramos que aceptara ponerse un bañador para bajar, porque en realidad quería festejar en pelotas. Muchos de los niños vecinos habían bajado también, y la alegría desbordaba mota del cuervo street. Aupa España! Enhorabuena Oliver! Yo, como argentino tuve que esperar hasta los 12 años para festejar el primer campeonato mundial de Argentina.
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