Ahí está, poseído por el ánima Jackson; haciendo ese quiebro hombro-cuello-cabeza; en un escenario mientras suena thriller y lleva su atuendo adecuado. El teatro a reventar de familiares y amigos; y alguna que otra voluntad de una vecina vieja que se aburría frente a la tevé. Más de 200 personas les aplaudimos a rabiar y Oliver, creedme, se sentía sobre las tablas tan a gusto como una termita.
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