Y es verdad; probablemente jamás nadie habló en arameo en tierras incas; ni había un traductor de estatuas chinas al estupor español. Una decena y media de estos espantos incomprensibles y fascinantes decoran un paseo del parque solar para aquellos que se atrevan al frío o escapen con gloria de el, como nosotros lo hicimos hoy. Por momentos el sol calentaba a placer y nos pusimos los trajes de esperanzada primavera y nos fuimos a ver que hay. Y había esto.
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