Otro de los clásicos en las visitas de los primos son los conciertos musicales que, francamente, podrían hacer querer haber nacido sordo. Como son de mi familia, no puedo exterminarlos ni mandarlos castigados a la habitación hasta que comprendan los fundamentos mínimos de la música. Pero llego a taparme los oídos y mudarme a la baldía tierra de la exasperación. Herodes!!
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