31 de mayo de 2009
frente al palacio de Longchamps
Hacía tanto calor que las gaviotas ardían en el aire y caían como estrellas fugaces a nuestro alrededor. Pedimos como deseo no morir abrasados y subimos unas larguísimas escaleras que llevaban a un parque infantil. Marsella y sol.
sin pisar las trampas
En algún momento de la existencia comienzan a desarrollarse manías y excentricidades que luego pueden acompañarnos toda una vida. Como muchos otros niños, Oliver ha descubierto la obsesión de no pisar determinadas zonas del suelo que considera trampas, minas antipersonales o bombas.
Aquí le vemos obligando a Marta a pisar sólo en las líneas blancas del paso de cebra para evitar las "trampas"...
30 de mayo de 2009
25 de mayo de 2009
VIAJE A FRANCIA
Aquí estamos los tres juntos en una de las escasas ocasiones en las que logro que alguien haga foco en nuestro cuerpo sin huir con la cámara, o dejar que algún inmenso señor de azul forme parte de la escena. Estamos frente al puente de Avignon donde si subimos pero no bailamos ni cantamos por el intenso calor que hacía; por las escasas condiciones de seguridad que sus barandillas ofrecían a los padres de un activo niño de tres años; y por el numeroso grupo de visitantes que lo atiborraban haciendo indeseable cualquier baile o canto, como impracticable cualquier coreografía entre tanta sandalia japonesa y uña del dedo gordo del pie alemán...
Volveremos, bailaremos, y cantaremos. dixit.
viendo a unos músicos
Oliver en este viaje a francia, pudo darse un empacho a ver músicos callejeros. Se interesó hasta la conmoción con un saxofón, luego un contrabajo acaparó sus anhelos y finalmente una orquesta de semi-nudistas lo sumió en la magia de las notas.
por la rue George...
Aquí vemos a Françoise y Jeannot; los tíos lejanos franceses de Oliver, lejanos porque viven lejos, muy cercanos y muy afectuosos con todos nosotros. Oliver obligó a Françoise a jugar con él y se hacía entender perfectamente no ya por su inexistente francés, que por sus ganas de acaparar la atención de la buena mujer...
comida con vistas
En este pequeño embarcadero de pescadores y paseantes, encontramos un restaurante italiano donde comimos el jueves a mediodía, antes de irnos a la playa de los catalanes.
LA PLAYA DE LOS CATALANES
Esta pequeñísima playa de la ciudad de Marsella llamada "de los catalanes", alude al sitio en el cual desembarcaron las tropas barcelonesas a arrasar parte de la ciudad por quien sabe que disputa remota y cruel.
Nosotros tres íbamos en el autobús turístico recorriendo la ciudad cuando paramos a comer y luego entramos a conocer la playa en la cual se apiñaban miles de acalorados marselleses en los escasos 200 mts de línea costera. Oliver pronto se desnudó y comenzó a correr a por agua y arena mientras nosotros, vestidos de paseo, asistíamos a sus osadas entradas en el mar mediterráneo. Hacía muchísimo calor (34º) y el agua estaba realmente muy buena.
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