Esa pequeña y simpática cabrita formaba parte de la troupe de un cutrérrimo circo que se anunciaba como la gran atracción en Benifallet; un pueblo pequeño pero poseedor de varios restaurantes y unas cuevas turísticas que algún día volveremos a visitar junto a Oliver. En fin, la cabrita se emocionó y quería dar topetazos amistosos a todo aquel que quisiera probar sus incipientes pero aguzados cuernecillos...
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