5 de junio de 2007

EN LA FERIA DEL LIBRO OTRA VEZ.
Voraz lector como nuestro joven protagonista de este blog es, la convocatoria a la feria del libro era un evento impostergable al que asistimos, como todos los años, a no mirar libros, sortear toda suerte de paseantes, ciclistas, patinadores, malabaristas, asesinos en serie ataviados de paseantes, perros y sus correas enlazantes, vendedores de cosas y mucho etcétera que por espacio y ganas, no detallaré.
Aunque salimos en metro, aprovechamos la circunstancia de ser domingo para meter una bicicleta con niño portatil y nos evitamos la cansina marcha del joven Merlin que ora da dos pasos animadamente, ora se detiene a ver una alcantarilla y reflexionar sobre los fluídos que por alli bajo corren, ora lo cojo y me lo cargo en el brazo derecho que dice porque, porque...
En esta bucólica instantánea proporcionada por la sabia y encuadrante destreza de Marta (lo que en este caso, evitó un engorroso paso por el photoshop para eliminar a una vieja borracha, o eliminar un innecesario cubio de basura atestado de jeringuillas que afearía la bucoliquez ansiada para dicha foto) Si, yo también me perdí. Lo cierto es que no pensaba escribir gran cosa de este viaje al Retiro, pero no podría dejer de mencionar aquel primer contacto con la feria del libro y Oliver, un año ha, cuando su padrino vino a verlo lleno de regalías y cuentas de colores financiadas con quien sabe que recursos espúreos.

Y como en aquella ocasión, también estuvieron los Fernandez, que como los de las alfombras, son muy amables. Me refiero a los Pekos, quienes coincidierin entre las casillas de libros y los ansiosos no lectores paseantes de aquella mañana de domingo de hace dos semanas atrás.

buenas tardes

5 comentarios:

Raúl J. Maldonado dijo...

Eso, buenas tardes.
Lo que no queda claro, de la narración de esa hermosa tarde, es si Oliver manifestó algún interés por algún libro en particular, con autos, dinosaurios o vaya a saber qué le llamó la atención.
La voracidad intelectual, entendida como lectura -don o maldición que comparto con el padre- se desarrolla -según mi experiencia con dos vástagos- por mera emulación de padres lectores. E imagino que Victor tendrá, ya, anécdotas de sentarse a leer al sol y Oliver, a acompañarlo -tema de alguna foto a futuro, imagino-.
Un gran abrazo desde la Reina del Plata,

Anónimo dijo...

Hola Raúl,

se interesó por dos tipos vestidos de botellas que promocionaban el refresco español Trina, y una titiritera que estaba con ellos subida a unos zancos y que movía entres sus manos tres naranjas... apludia ensimismado.

Hay una foto de Oliver y su padre, leyendo los dos de perfil en el avion que iba de Cordoba a Rosario.

besos mil

Marta

Anónimo dijo...

Desde los seis meses, su madre le lee cuentos, en realidad por el momento, le enseño los dibujos, le nombro lo que vemos y hago una sencilla historia a mi bola...

Pasa desde hace muchos meses página a página perfectamente y recuerda a lo mejor de uno que le conté hace mucho, detalles increibles. Le gustan mucho. Probablemente se puede decir que es su juguete preferido: los cuentos.

besos de amor

Anónimo dijo...

Con esos deditos regordetes y flexibles, pasa las páginas y el otro día observé que se chupaba el dedo antes de hacerlo, como su padre cuando lee el periódico. Me hizo gracia.

Uno de los dias que la Peka se quedó cuidándole, debió observar cómo al doblar unos calcetines se los llevaba a la boca para comprobar si estaban o no aún húmedos. Le pillé a él cogiendo las bolitas de calcetín que hace la Peka llevándoselas a la boca cerrada...jeje. Lei por ahí que los niños pasan un 20 % de su tiempo observándote.

besos de la madre

Raúl J. Maldonado dijo...

Hola, Marta! Si, los niños son esponjas para copiar nuestros gestos y hábitos -he tenido varias sorpresas al ver cómo Julián y Lucio copian mis groserías en las contadísimas ocasiones en que las profiero delante de ellos-.
Yo me he pasado mañanas enteras leyendo con Julián sentado al lado, que leía lo suyo. Y ahora -con sus siete años- cada noche insiste en leerme, con una mejora sorprendente en sus habilidades, una o dos páginas de un libro cada noche. Lucio, en cambio, se dedica a sentarse, en algún momento de la tarde, a "escribir como papi..." -y se divierte mucho con los resultados en la pantalla-.
Mando otros besos para todos,