31 de marzo de 2010
diversión animal
En la playa estaba este perrito; hábil rastreador y traedor de piedras, palos, o pelotas. Gran corredor, incansable amigo de la tarde de ayer
jugando con las olas
Oliver lleva deseando volver al mar desde hace meses. Ayer nos encontramos con los vecinos & amigos Chiki y Terri (con Teo & Ada) para pasar un día juntos en Almuñecar (granada). Colgaré muchas de las 400 fotos que llevo hechas desde entonces y elegí las del mar porque el atardecer y los niños eran modelos gandores. Esta es de mis preferidas. Oli jugando a que no le pillen las olas (si que le pillaron) y esas rocas detrás. La mezcla entre veraniega e invernal del atuendo contrastando con sus empanadas patunas en la salada mar.
eso que llaman alegría
Aquí le vemos escapando de las olas y deseándolas. Es verdad que el agua estaba fría, es verdad que tuve que casi arrastrarlo de la costa pero el sólo sabía ser feliz; y gritaba, y gritaba...
Desde Almuñecar vía Helena
Desde la terraza d nuestra habitación del hotel casablanca (no recuerdo si se llema realmente así) hay una débil señal de internet no codificada que generosamente una desconocida Helena brinda a los que estemos en sus proximidades. En la foto, Ada y Oliver correteando por la playa.
28 de marzo de 2010
Ciclista, al fin...
Hoy por primera vez Oliver se montó a su bicicleta y decidió dar pedales para moverse... Cuesta abajo, eso sí. Con una sola caída que se saldó sin llantos o heridas, el menor de los Merlin completó algo más de medio kilómetro hasta un parque donde también estaba el vecino & amigo Manuel. (no hay fotos) A la vuelta, cuesta arriba, la cosa cambió. Ya se sabe, la cuesta, si es cuesta arriba, cuesta más...
26 de marzo de 2010
21 de marzo de 2010
En esa dehesa
Dehesa. Hay una detrás, en el patio trasero del camping. Extensa y verde, cubierta de árboles pelados con muchos proyectos verdes a corto plazo.
saltando como locos
Mientras leo messi no deja de meter goles por la radio, en el pasado reciente los primos saltaban como posesos sobre una temblequeante plataforma de madera y cadenas que no lograron lesionarlos pese a sus esfuerzos. (ambas partes) Si alguien le dibuja esa sonrisa de alegría y plenitud en su cara, seguro que la mano que cincela es femenina y se llama Leyre. A pesar de que Oliver pasó buena parte del fin de semana con fiebre, la emoción de estar con sus primos hizo que sobrellevara los 39º con una entereza admirable. Bailó, corrió y comió; comentó, comentó y comentó. Que bien te lo pasás oliverito...
sobrevuelo del córvido
Densas nubes de cuervos y grajos oscurecían el cielo mientras los árboles desnudos ofrecían tantas ramas como sitios para descansar. Si uno es un pájaro, claro...
No tomamos estos grises y negros como presagio de lluvias; algún agradecible momento de llovizna, y ningún momento fallido por exceso de humedad. Un honroso empate entre los campistas y el tiempo. (2-2)
No tomamos estos grises y negros como presagio de lluvias; algún agradecible momento de llovizna, y ningún momento fallido por exceso de humedad. Un honroso empate entre los campistas y el tiempo. (2-2)
buscando a wally
En esta foto de colores estamos todos. Carlos, Oliver, Marta, Leyre, Mercedes, Jesús et moi. Juntos pero mezclados. Alguno es reflejo, otro de espaldas, y otra también, quizás dos. Y Chus con cara de cómplice, parece posar.
Este edificio es el área de juegos del camping, el-deja-a-tu-hijo-y-vive-un-rato en donde los primos entraron resistiéndose y salieron con sendas pulseras de cuentas plásticas. No tengo otra foto de grupo; de hecho, esta vez olvidé hacer una foto de vecinos de cabaña. Otra vez será.
Este edificio es el área de juegos del camping, el-deja-a-tu-hijo-y-vive-un-rato en donde los primos entraron resistiéndose y salieron con sendas pulseras de cuentas plásticas. No tengo otra foto de grupo; de hecho, esta vez olvidé hacer una foto de vecinos de cabaña. Otra vez será.
tres & palomitas
El fin de semana extendido en las cabañas del escorial fue un éxito meteorológico aunque lo lógico era suponer lo contrario. Los augurios eran grises y así fue. El sol casi no tuvo oportunidades para lucir helio en llamas; pero tampoco nos cubrimos de lluvia, que ya es decir.
Por las mañanas y tardes paseos y juegos. Por las noches, cine y palomitas, como se ve...
Por las mañanas y tardes paseos y juegos. Por las noches, cine y palomitas, como se ve...
15 de marzo de 2010
Tres en lo alto
Ayer la primavera explotó como una bomba; no de flores o polen; de hombres mujeres y niños que corrimos en alegre dispersión por las piedras, campos, prados, laderas, faldas, pantalones, camisetas e ilusión. No la clase de ilusión fugaz, sino de aquella que promete permanencia e invita a desearla como costumbre. Que llegan los días del sol que no mata y el frío que no enfría. La breve y prometedora estación que sí; aves, insectos y mamíferos disfrutan junto a reptiles y saurios. Todos en sus espacios, tratando de no importunar a los otros, reclamando su resquicio de sol. Y toma, nosotros nos trasladamos a por el en Torrelodones; un cuadrángulo de rocas y parque entre urbanizaciones y al fondo, Madrid. Se ve en la foto, las 4 torres peinan nubes de humo y nosotros en las piedras a pleno sol. Bocadillos y gominolas; el plan era urgente y salimos de escapada antes del mediodía para quedarnos hasta mucho después de las seis. Por el camino de vuelta, tras dos canciones de MJ, Oliver se durmió y apagamos la música. Cuando despertó esta mañana aquella ilusión dió paso a otra semana de escuela. Lo desperté a las 8 en punto. No me insultó. En algún lugar de su primitiva y feliz mente infantil ya estaba asumido al desmayarse, que recobrar el conocimiento, tenía mucho que ver con lo escolar.
Encumbrados
El peligro de perder un niño rodando y pelándose por el áspero granito me tuvo en vilo hasta que llegamos abajo. Pero los tres demostraron ser grandes exploradores y conquistamos nuestra cumbre con heroicismo similar a grandes predecesores. No pocos eran los pasos extremos para esas piernas de cuatro y cinco años (Carlos, con diez, me superaba a mi en habilidad y fuelle) Leyre una campeona y Oliver muy cauteloso y obediente, no me hizo temer por duras caídas, que las había a cada rato. Luego de bajar los 4, aunque parezca increíble, Oliver volvió a subir con la siguiente expedición de los mayores con los niños y yo, agotado por el stress de traerlos vivos, me relajé en el campo base escuchando el relato de la nueva subida en la voz de Carlos (aguda y estridente) y su walkie-talkie. Me dolía la cabeza, y el sol invitaba a la siesta. Otra vez será...
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