Vuele, vuele, pero no como el hijo de ese señor que canta
La mayor parte de los pájaros, suelen alentar a sus polluelos para iniciar su primer vuelo. dependiendo de cada ave; alguna empujará a su retoño desde la escarpada cornisa de una roca alpina obligándola a decidir entre volar o emplastecer; o se posará a su lado y aleteará enseñándole los rudimentos de la materia.
En un niño humano, empero, estas enseñanzas no deben superar lo lúdico y siempre ajustadas al peso del niño y de la fuerza de los brazos que lo elevan y hacen volar. Ya un niño de quince quilos volará en los fuertes brazos de un padre gimnasta olímpico; ya hasta bien entrado los cien, el hijo del increible hulk. En fin, me perdí.
En Oliver, producen gran sensación de alegría y regocijo; y cualquiera que lo levante y haga volar sin estrellarlo contra el piso, le dedica casi seguro una sonrisa.